lo mejor para tu mascota
pure honest custom for you
cuidado y bienestar
pure honest custom for you
Hola, soy Lola
Cuando tenía solo seis días de vida, me separaron de mi madre y me dejaron, junto a mis hermanos, en un lugar frío y desconocido. Éramos tan pequeños que apenas entendíamos lo que pasaba, solo sabíamos que teníamos hambre y frío. Uno a uno, mis hermanos fueron encontrando un hogar, pero yo no corrí con la misma suerte. Por ser parda, nadie me quería. Veía a otros cachorros marcharse con sus nuevas familias mientras yo me quedaba atrás, esperando que alguien también me eligiera.
Pasaron los días y luego las semanas, y comencé a pensar que tal vez nunca encontraría un hogar. Hasta que, después de dos largos meses, alguien finalmente vio en mí lo que otros habían ignorado. No era invisible. No era menos por mi color. Finalmente, tuve una oportunidad.
Hoy, tengo una familia que me ama y dos hermanos con los que juego todos los días. Aunque soy un perro, me siento igual que ellos: pequeños, inquietos y felices. Me encanta correr, jugar, tumbarme al sol y dormir. Mi familia me saca a correr para que me divierta y pueda gastar toda mi energía. Aquí, por primera vez en mi vida, me siento querida.






Pichi era un pequeño chihuahua negro que vivía en la calle. Nadie sabía de dónde había salido, pero estaba sucio, flaco y temblando de frío. Sobrevivía como podía, buscando comida entre la basura y escondiéndose en cualquier rincón para dormir. Un día, mientras intentaba conseguir algo de comida, un perro grande lo atacó, dejándolo con heridas y un miedo permanente a los perros grandes y los ruidos fuertes.
Después de ser rescatado, Pichi fue llevado a una casa de acogida, donde comenzó su recuperación. Allí, aunque todavía asustado, recibió cuidados, comida y un lugar seguro donde descansar. Poco a poco, empezó a ganar confianza y mostró su personalidad juguetona y curiosa.
Fue en esa casa de acogida donde su futura familia lo encontró. Desde el primer momento, sintieron una conexión especial con él. Tras completar el proceso de adopción, Pichi finalmente tuvo un hogar definitivo.
Al principio, le costó adaptarse. Se sobresaltaba con los ruidos fuertes y evitaba acercarse a perros grandes, pero con el tiempo, comenzó a confiar en su nueva familia. Ahora vive con dos hermanos que lo consienten y juegan con él. Le encanta dormir en lugares acogedores y tiene una curiosa obsesión por robar calcetines y esconderlos en su camita.
Pichi dejó atrás la calle y el miedo. Aunque sigue teniendo cierto recelo con los perros grandes y los ruidos fuertes, en su hogar se siente seguro y querido. Su historia es un ejemplo de cómo una segunda oportunidad puede cambiar una vida para siempre.




